Habitualmente los quistes pilonidales suelen permanecer asintomáticos, pudiendo descubrirse de forma accidental.
El diagnóstico se realiza solamente por la clínica que presente el paciente. Bastará el examen por parte del especialista para objetivar que existe un quiste pilonidal.
El diagnóstico diferencial debe realizarse con forúnculos, fístulas perianales y osteomielitis de sacro.
El tratamiento del quiste pilonidal se plantea cuando éste se complica y produce sintomatología.
En su fase aguda, en caso de abscesificación, es recomendable el drenaje del material purulento para, en un segundo tiempo, proceder a la extirpación completa de la formación quística y de los trayectos fistulosos secundarios si es que existen.
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